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Sólo la movilización de la opinión pública mundial puede evitar una catástrofe nuclear: García Robles

El premio Nobel de la Paz, Alfonso García Robles, expuso que nunca antes se ha visto la humanidad enfrentada, como hoy, al peligro real de la extinción provocada por ella misma. De ahí que la disyuntiva sea que el mundo acabe con las armas nucleares o éstas acaben con el mundo. Durante una conferencia dictada en el Auditorio El Generalito, el embajador García Robles dijo que, para vencer la renuencia de las potencias nucleares a cesar la carrera armamentista, será necesario recurrir a la movilización de la opinión pública mundial, tal como lo propuso la Asamblea General Extraordinaria de 1978 de la ONU. Manifestó su confianza en que todos los gobiernos poseedores de armas nucleares se convenzan de la necesidad de cumplir sus compromisos, contraídos en organismos internacionales y jurídicamente obligatorios, para la adopción de medidas que tornen en realidad el desarme nuclear. Es absurdo pretender la seguridad nacional aumentando la inseguridad internacional, señaló, al tiempo que indicó que los artesanales nucleares acumulados bastan y sobran para producir no una, si no muchas veces, la muerte total del planeta, por lenta o instantánea desintegración. Las armas nucleares, para el Premio Nobel de la Paz 1982, no tiene objeto militar alguno, ya que sólo un loco podría pensar en su utilización, que implicaría el suicidio universal. Por ello, añadió, resulta impostergable dar los pasos necesarios para la adopción sin demora de medidas eficaces relativas a la cesación de la carrera de armamentos nucleares. Posteriormente explicó que la bomba atómica que arrasó con Hiroshima tuvo una potencia de 13 Kilotones, equivalentes a 13 mil toneladas de dinamita; actualmente, los arsenales de las potencias nucleares cuentan con numerosas bombas nucleares de 20 megatones, que equivalen a 20 millones de toneladas de dinamita, y alrededor de 1500 bombas del tipo de la que destruyó Hiroshima. El total de ojivas nucleares existentes se calcula en alrededor de 50 mil, con una potencia explosiva superior a 1millón de bombas atómicas, lo que significa un poder destructor de 4 toneladas de dinamita para cada habitante de la Tierra. "Los arsenales acumulados podrían aniquilar a unos 240 mil millones de seres humanos, es decir, un número 60 veces mayor que la población total del planeta", consideró el embajador Alfonso García Robles. Por otra parte, expresó que el ritmo de la innovación armamentista ha dejado muy atrás el proceso de negociación; "así, los acuerdos de un sistema de armas nucleares, caen en desuso apenas concertados, debido al surgimiento de un nuevo sistema". Para el inicio de una conflagración mundial, aseveró, no se requiere necesariamente una decisión meditada del jefe de Estado responsable, sino que es preciso tomar en cuenta las fallas inevitables de las computadoras y las falsas alarmas, que de ello se derivan. Al respecto, citó un informe del Comité de los Servicios Armados del Senado de los Estados Unidos, que expone el hecho de que sólo en 18 meses se registraron 147 falsas alarmas nucleares, mucho más graves, que habían mandado órdenes a las tripulaciones de los bomberos B-52 y a las unidades que tienen a su cargo los proyectiles balísticos intercontinentales. La política de disuasión, o de aquilibrio del terror, señaló el embajador Alfonso García Robles, resulta inaceptable para la inmensa mayoría de los pueblos del mundo. "Tarde o temprano una falla técnica puede provocar un accidente de consecuencias imprevisibles; por eso no es posible ofrecer una garantía general de que el equilibrio se mantendrá eternamente, y nadie debería hacer declaraciones tranquilizantes sobre esa base.

Gaceta UNAM 16 de enero de 1984 (p. 1 y 3)